Recuerdos de Salto: El icónico buque trasbordo «Surubí» frente a los astilleros de Pueblo Nuevo y la memorable partida de Saturnino Ribes.
La Historia de Saturnino Ribes y el Declive Comercial de Salto
Por Cary de los Santos Guibert.En el año 1897, se apagó la vida de Saturnino Ribes, una figura clave en la historia de la navegación fluvial en nuestra región.
Su legado quedó marcado por la pérdida de otros destacados colaboradores; en 1896 había fallecido el mecánico naval Enrique Hardy, y dos meses después, el Capitán Juan Clímaco Beckar.
Para el año 1900, también se despidió el Ingeniero Naval Tomás Elseé.
Con la desaparición de Ribes y su equipo, la vibrante actividad de los astilleros en Pueblo Nuevo no volvería a ser la misma.
El Comercio y la Construcción Naval en Declive
Salto comenzó a sufrir notablemente al perder su comercio de tránsito, lo que llevó a la caída de la construcción naval.La actividad restante se limitaba a pequeñas reparaciones y recambios de chapones en los cascos.
En 1948, todas las existencias de los Astilleros Salteños fueron rematadas.
Tras la huelga de 1920, el transporte de ganado en pie se convirtió en una prioridad, además del comercio de madera dura que eran traídos por los jangaderos hasta nuestro puerto, actividad que actualmente se encuentra prohibida por decreto.
Con el tiempo, se estableció una ruta de carga desde Salto a Montevideo, incluyendo escalas en puertos intermedios con embarcaciones como Benito Borrazas y Blandengues.
Esta época estuvo marcada por paros laborales y la eliminación de los trasbordos debido a sus altos costos.
Se buscaba que los buques tuvieran suficiente capacidad para cargar, pero la mejora tecnológica en el transporte terrestre y otros grandes intereses terminaron de sellar el destino comercial de Salto.
La espléndida era de la navegación fluvial quedó atrás.
Un Recuerdo de Saturnino Ribes
En la calle Sarandí número 108, se encontraba la agencia de las “Mensajerías Fluviales del Plata”, residencia del armador francés Saturnino Ribes.Ese lugar era el epicentro de todas las operaciones comerciales de su compañía de transporte fluvial, donde atendía personalmente a figuras importantes de su tiempo.
Su despacho, un espacio sencillo pero acogedor, se convirtió en un reflejo de su carácter amable y generoso.
Ribes, un hombre accesible, se dedicaba a la lectura y a tocar su violín Stradivarius en su tiempo libre.
En los periódicos más relevantes de la región, sus iniciativas y logros aparecían constantemente, siendo conocido como “El Neptuno de los ríos interiores”.
Su trato cordial y su generosidad hacia los necesitados le valieron el cariño y respeto de la comunidad.
Don Saturnino Ribes jamás fue solo un empresario; su legado perdurará en la memoria colectiva de Salto.
Fuente: Diario Cambio