Caminos paralelos en las finanzas: Activo Fijo y Activo Circulante
Uruguay en un Cruce de Caminos: Las Finanzas del País y el Voto del 24 de Noviembre
Por Juan Manuel Bartaburu En esta ocasión, me propongo abordar un tema que trasciende las empresas y se adentra en las finanzas de nuestro querido país.Este 24 de noviembre, los uruguayos tendremos la oportunidad de definir el camino que queremos para nuestra nación.
Nos encontramos ante dos ideologías que, aunque distintas, marcan el rumbo de nuestras decisiones económicas.
Una se enfoca en cómo gestionar el activo circulante, mientras que la otra propone aumentar dicho activo sin poner en riesgo parte del activo fijo.
Recordemos lo que Adam Smith, considerado el padre de la economía moderna, planteó en su obra "La riqueza de las naciones" en el siglo XVIII: todo país que aspire a funcionar de manera efectiva y sin endeudamiento debe contar con reservas, es decir, un activo fijo sólido y renovable.
Así, desde la independencia en 1830, Uruguay nació como una nación con reservas, gracias a los diez millones de vacunos que poblaban nuestras praderas.
Estos animales, conocidos como “reyunos”, eran propiedad del Rey de España.
A pesar de que en aquel tiempo nuestra tierra era considerada “sin ningún provecho”, la llegada de vacunos en 1611 transformó esta realidad, permitiendo alimentar a diversas comunidades.
La gran Estancia Yapeyú desempeñó un papel fundamental al amansar el ganado y trasladarlo a las misiones jesuíticas, beneficiando a miles de guaraníes.
Además, los bandeirantes llevaban grandes cantidades de ganado hacia el Imperio Portugués.
A lo largo del tiempo, los piratas de Buenos Aires también se llevaron cueros y sebo, recursos que eran esenciales para la época.
Con la independencia de esta provincia oriental, comenzamos a construir una nación con un capital que se reproduce año tras año, asegurando así las reservas necesarias para funcionar sin sobresaltos.
En 1857, Fray Bentos se convirtió en un hito en la industrialización de carnes, exportando productos enlatados y concentrados a Europa, que atravesaba un periodo de constantes conflictos bélicos.
También se enviaban charques hacia Brasil y Cuba, destinados a alimentar a los esclavos.
El desarrollo de barcos frigoríficos abrió nuevas oportunidades en distintos mercados.
Es importante mencionar el crecimiento del ganado lanar.
En 1850 contábamos con un millón de ovejas, cifra que se elevó a veinte millones en 1910, permitiéndonos exportar lana y carne.
Este animal, al igual que el vacuno, se reproduce anualmente y contribuye a aumentar nuestras reservas.
La agricultura y la forestación también han jugado un papel crítico en la valorización de nuestro territorio.
Gracias a la combinación de la pradera y su puerto, contamos con recursos que no podemos dar por perdidos.
En el exitoso recorrido de los últimos 200 años, hemos forjado una nación próspera que mira hacia el futuro.
Desde fines del siglo XX, nuestras exportaciones han crecido de tres mil millones a quince mil millones de dólares, apoyadas por nuestra base agropecuaria, así como el turismo y la inteligencia artificial.
Hemos construido un camino sólido, generando empleo y ocupación.
Así como el hongo de eucalipto, que no consume la pradera y brinda sustento a 250 familias, la miel y otros productos derivados de la forestación son un claro ejemplo de cómo seguir aportando valor a nuestras reservas.
Fuente: Diario Cambio