El dilema entre el monte y la llanura: ¿cuál es el paisaje que realmente define nuestra identidad?

El diario de la tarde - Uruguay

El dilema entre el monte y la llanura: ¿cuál es el paisaje que realmente define nuestra identidad?

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La encrucijada entre el monte y la llanura: ¿qué paisaje refleja verdaderamente nuestra identidad?

Reflexiones sobre las Bienaventuranzas: Monte y Llanura

Por el Padre Martín Ponce de León En los relatos evangélicos encontramos ciertas contradicciones que, aunque parezcan menores, merecen una reflexión profunda.
En el evangelio de Mateo, Jesús pronuncia su famoso discurso de las bienaventuranzas desde lo alto de un monte, mientras que en el evangelio de Lucas, este mismo mensaje se entrega desde una llanura.
A primera vista, podría parecer un simple detalle producto del tiempo transcurrido entre el acontecimiento y su escritura.
Sin embargo, esta diferencia ofrece una visión significativa sobre la mentalidad religiosa de la época.
El monte era considerado un lugar privilegiado para el encuentro con Dios, al estar más cerca del cielo, correspondiente a lo divino.
En cambio, la llanura se percibía como un espacio alejado de lo sagrado, pero inmerso en la vida cotidiana de los hombres y sus tareas.
En el monte se esperaban y recibían bendiciones, mientras que la llanura simbolizaba la vida, los compromisos y la condición humana.
La perspectiva desde el monte refleja más sobre la acción de Dios, mientras que la misma vista desde la llanura conlleva una mirada hacia el esfuerzo humano por ser fiel a Dios y acercarse a Él.
Los evangelistas, en su interés por transmitir el mensaje de Jesucristo, presentan estos detalles para ayudarnos a comprender mejor su misión y su relación con Dios.
Es importante recordar que los relatos evangélicos tienen la finalidad de motivarnos a aceptar a Jesús como Cristo y Mesías.
Buscan despertar nuestra fe a través de un estilo de vida que debemos adoptar para relacionarnos con Dios y con nuestros semejantes.
No son meras crónicas o historias, sino relatos que invitan a la adhesión y coherencia con aquel Jesús que se presenta como “camino, verdad y vida”.
Por lo tanto, no deberíamos preocuparnos por las pequeñas contradicciones, ya que estas se inscriben dentro del contexto general de cada relato.
La esencia del mensaje de Jesús no se limita a un monte o a una llanura; abarca la combinación de ambas realidades.
No se presentó como un Padre distante, encerrado en su cumbre, sino que descendió a la llanura para encontrarse con nosotros, estableciendo un vínculo transformador con nuestra existencia.
El ser humano, a través de su actividad y compromiso, no puede alcanzar lo divino sin la ayuda de Dios, que se manifiesta en la oración y en la solidaridad.
Ambas posturas son complementarias y necesarias para alcanzar la plenitud en la realización personal.
Desde la humanización de Dios, Él ha querido contar con cada uno de nosotros para llevar a cabo su proyecto de amor.
A lo largo de la historia, la humanidad ha necesitado dejarse guiar por Dios no solo para transformar el mundo, sino también para desarrollarse plenamente como personas.
Por ello, monte y llanura deben ir de la mano, apoyándose mutuamente en la transformación de esta realidad en la que estamos inmersos, sin posibilidad de evadirnos de ella.

Fuente: Diario Cambio

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Edgardo Velázquez (05-03-25 17:44):
La vida es como un monte y una llanura, hay que encontrar el equilibrio entre lo divino y lo humano. Las contradicciones en los relatos nos muestran que la fe no es lineal, hay matices que enriquecen nuestra relación con Dios. En el fondo, lo importante es estar dispuesto a escuchar y a dejarse tocar por esa fuerza que transforma. No hay que temer a las diferencias, al contrario, son parte de este camino que todos compartimos.
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