Innovador plan en Artigas se propone eliminar la garrapata y proteger el campo uruguayo
La Lucha Contra la Garrapata: Un Desafío para los Productores Rurales
La llegada de la primavera lluviosa ha propiciado la proliferación de la garrapata, convirtiéndose en un problema persistente para los productores a lo largo de todo el país, especialmente en las zonas más afectadas.En los últimos meses, no se ha evidenciado un incremento significativo en la infestación, salvo algunos casos puntuales.
Durante el año pasado, se alcanzó un récord histórico con la entrega de 182.000 dosis de hemovacuna, una cifra que cuadruplica las entregas de este año.
Este aumento se atribuye a las campañas de sensibilización y prevención impulsadas desde el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
Uno de los principales retos que enfrenta Uruguay en esta lucha es la limitada asesoría veterinaria disponible para los pequeños productores.
La mayoría de los ganaderos nacionales opera en predios de menos de 200 hectáreas, lo que dificulta el acceso a un veterinario propio.
En respuesta a esta situación, se está llevando a cabo un proyecto piloto en Artigas, en colaboración entre el MGAP y la Intendencia.
Este proyecto selecciona predios afectados por garrapatas multirresistentes para recibir apoyo en la compra de insumos veterinarios y en la aplicación de tratamientos especializados.
El objetivo es demostrar que, incluso en las áreas más afectadas, pueden lograrse buenos resultados mediante diagnósticos adecuados y bajo la supervisión de un veterinario.
La lucha contra la garrapata es un desafío constante para aproximadamente 15.000 productores.
Sin embargo, la adopción de nuevas estrategias y una mayor concienciación entre los productores pueden generar un cambio positivo en la ganadería nacional.
La situación de la garrapata en Uruguay resalta la importancia de la colaboración entre las autoridades, veterinarios y productores, en pos de un objetivo común: mejorar la salud del ganado y asegurar el bienestar de la producción rural.
Fuente: El Telegrafo