Un inesperado obstáculo genera controversia y debates encendidos.
Reflexiones sobre el Pasado Reciente de Uruguay
Por Gustavo Varela Cuando comenzó la dictadura en Uruguay, yo contaba con apenas 11 años y ya habían transcurrido diez desde la irrupción de la guerrilla, comenzando con el asalto al Tiro Suizo en 1963. En la actualidad, tengo 62 años, lo que implica que desde el inicio de la dictadura han pasado más de 50 años.Durante este tiempo, dos bandos —uno militar y otro terrorista— infligieron al país una de las etapas más trágicas de violencia y terror.
Las ilusiones y el desarrollo de varias generaciones de uruguayos fueron destruidos por estas concepciones mesiánicas que jugaron con el poder sin saber cómo resolver el conflicto.
Los militares triunfaron en las batallas, sembrando terror, y los tupamaros lograron apropiarse del relato, pasando cuentas con sus opositores.
En la actualidad, la ex guerrillera y senadora Lucía Topolansky, esposa del ex presidente Mujica, sostiene que muchos militares fueron condenados basándose en testimonios falsos de compañeros que, motivados por un ansia de venganza, intentaron construir una memoria distorsionada de los hechos.
Esta situación generó desconfianza generalizada en la sociedad uruguaya.
Era un secreto a voces que las fiscalías acusaban sin pruebas concretas.
“Creo que tenía ojos celestes”, se solía oír, y aquella persona con características específicas que vestía uniforme militar, caía preso en una época definida por la represión.
En 1986, tras la valentía de Wilson Ferreira Aldunate, el país votó la Ley de Caducidad.
Esta ley no buscaba olvidar el pasado, sino más bien permitir que las nuevas generaciones se desprendieran de los fantasmas que atormentaban a la nación.
Aunque en nuestra juventud no la aprobamos, hoy reconocemos su valor, aunque lamentamos que haya sido manipulada y posteriormente sepultada en 2011 por el Frente Amplio.
A pesar de conocer la identidad de algunos de quienes mintieron ante la justicia, Topolansky menciona que no los delatarán, ya que no son "botones".
El expresidente Mujica añade que "ahora no podemos hacer nada".
La ironía es que la situación ha empeorado, ocultando así la verdad detrás de la narrativa oficial.
Nuestras generaciones y las siguientes han sufrido desde la niñez las consecuencias de esos fantasmas que han creado una grieta en la sociedad.
Esta división, aunque menos pronunciada que en otros países, ha impedido el progreso en lo social, político, económico y educativo.
No negamos ni defendemos los fantasmas dictatoriales, pero tampoco abogamos por aquellos de la guerrilla.
Parece ser un dilema interno del Frente Amplio que involucra a toda la nación.
Hoy, mientras leo en redes sociales, me encuentro con una frase del disidente ruso y Premio Nobel de Literatura, Aleksandr Solzhenitsyn, sobre las mentiras de los regímenes comunistas: “Mentira y poder van de la mano.
Ellos mienten.
Nosotros sabemos que mienten.
Ellos saben que nosotros sabemos que nos mienten.
Y ellos nos siguen mintiendo”.
No es justo que las generaciones que no participamos de la locura de los años 60 y 70 estemos atrapadas en una jaula perversa que impide nuestro avance como sociedad.
Fuente: Diario Cambio