Sumérgete en el apasionante universo de los idiomas: una puerta abierta a culturas diversas y modos únicos de interacción.
Reflexiones sobre la Comunicación y el Aprendizaje de Idiomas
Por el Dr.César Suárez Las palabras son un recurso fundamental de comunicación, representadas por sonidos organizados en una cadencia específica que se transmiten a través del aire.
Estos sonidos, al ser percibidos por otra persona que habla el mismo idioma, aportan un concepto o una idea aprendida, convirtiéndose en un código que, al ser asociado a otras palabras, genera un intercambio milagroso que nuestro cerebro procesa a una velocidad increíble, transformándolo en un mensaje entre mentes.
A lo largo de la historia, esos sonidos han evolucionado hasta convertirse en símbolos escritos.
En sus inicios, las pinturas rupestres reflejaban objetos, pero con el tiempo, cada uno de esos sonidos fue desglosado en letras, creando escritura y permitiendo dejar un registro de las ideas que representaban.
Sin embargo, al escuchar una conversación en un idioma desconocido, se hace evidente la dificultad de comprender estos códigos.
Existen personas con una inteligencia privilegiada que logran aprender idiomas con facilidad, mientras que otros, como yo, encontramos obstáculos significativos.
He intentado, durante años, aprender diferentes idiomas, pero la barrera que enfrento es considerablemente difícil de sortear.
En mis años de liceo, estudié francés durante cuatro años y aprendí inglés en tercero, cuarto y quinto año.
A pesar de mi esfuerzo, mis resultados siempre requerían exámenes adicionales para poder aprobar.
No desistí en mi empeño; trabajé con profesores particulares y, ya como médico en Salto, asistí a un instituto de idiomas y a la Alianza Francesa, donde logré acercarme más al entendimiento de un idioma extranjero.
Cuando Phill Hannan llegó desde Inglaterra a Salto, vi una oportunidad única para aprender inglés a través de clases de conversación.
La situación era complicada: yo no entendía el inglés y él no hablaba castellano.
No obstante, con el tiempo comenzamos a comunicarnos, y él aprendió el español.
Ahora, al no tener obligaciones laborales, he decidido retomar mis estudios de inglés.
Me encuentro en una carrera amistosa con mi nieto Amancio, de un año y medio, para ver quién aprende a hablar primero: él en castellano y yo en inglés.
Parece que él tiene la delantera, pues aunque aún no articula muchas palabras, entiende bastante de lo que escucha y se expresa mediante gestos.
Mientras tanto, yo sigo enfrentando dificultades para comprender a quienes me hablan en inglés.
No obstante, no me rindo.
Dedico al menos dos horas diarias a mejorar mi comprensión auditiva.
El habla rápida de los nativos a veces me deja completamente perdido.
Afortunadamente, existen grabaciones de las lecciones que puedo escuchar, pero debo repetirlas innumerables veces antes de lograr entender algo.
Para intercambiar diálogos con un hablante angloparlante, necesitaría pedirles que repitan lo mismo en varias ocasiones, lo cual dudo que muchos estén dispuestos a hacer.
Con mucho esfuerzo, tanto Amancio como yo estamos avanzando, aunque temo que perderé esta partida: él dominará el castellano sin problemas, mientras que yo seguiré luchando con las palabras en otro idioma.
Sin embargo, la vida me ha enseñado que no hay intento más fallido que aquel que no se lleva a cabo.
Confío en que eventualmente lograré dominar ese controvertido idioma.
Fuente: Diario Cambio