Ernesto Kreimerman: “La impactante mentira de un insensato que retumba en medio del desorden y la ira”
La Mentira como Estrategia Política en Estados Unidos
En Estados Unidos, las elecciones recientes han visto un resurgimiento de una antigua estrategia comunicacional: el uso de mentiras por parte de figuras políticas.En un mitin de campaña la semana pasada, el expresidente Donald Trump pronunció varias declaraciones engañosas ante una audiencia cautivada.
Sin embargo, no es el único que recurre a la desinformación; otras voces también emplean tácticas similares para descalificar a sus oponentes.
Mecanismos de Desinformación
La historia del uso de mentiras y provocaciones en campañas políticas no es nueva, pero se ha sofisticado con el tiempo.En un acto reciente en Michigan, Trump afirmó que "Kamala ha gastado todo su dinero de FEMA, miles de millones de dólares, en viviendas para inmigrantes ilegales".
La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) es la entidad involucrada en esta declaración.
Dada la frecuencia con la que Trump ha hecho afirmaciones engañosas, la reacción del público suele ser de incredulidad y desdén, aunque hay quienes prefieren aceptar estas narrativas como ciertas.
La veracidad de las afirmaciones políticas ahora se revisa mediante consultoras como PolitiFact, liderada por Bill Adair.
Esta institución se dedica a analizar las declaraciones de los políticos y verificar su exactitud.
En su reciente libro, “Beyond the Big Lie”, Adair explora cómo las mentiras han invadido el debate público y cómo muchos de estos casos han sido desmentidos.
La Naturaleza de la Mentira en la Política
El famoso dramaturgo William Shakespeare probablemente habría descalificado estas afirmaciones engañosas diciendo que son "contadas por un idiota, llena de ruido y furia, que no significa nada".Los estudiosos destacan que las obras de Shakespeare revelan una comprensión profunda del alma humana, una perspectiva que se refleja en el contexto actual de la política estadounidense.
Los analistas de medios, como Adair, advierten que la constante manipulación de la verdad por parte de Trump genera la necesidad de un análisis más riguroso para evitar que las mentiras desvíen la atención del público.
La reputación de las personas puede ser destruida rápidamente por las falsedades, y la inclinación de Trump hacia la mentira se ha convertido en una técnica habitual, sin necesidad de recurrir a un lenguaje vulgar para hacerlo.
Desafíos y Consecuencias
Adair señala que la era de la información distorsionada está lejos de terminar.En este contexto, menciona: "desafortunadamente, mentir paga dividendos en el universo actual de televisión, radio y redes sociales".
A medida que la verificación de hechos se institucionaliza, se vuelve imprescindible más inversión para enfrentar el torrente de desinformación.
Impacto en el Debate Político
Las mentiras recurrentes han deteriorado el debate político y han afectado la calidad institucional de la democracia en Estados Unidos.La historia nos recuerda situaciones como la de Richard Nixon, quien renunció después de mentir sobre el escándalo de Watergate.
Por ello, los politólogos coinciden en que Trump no es un mentiroso ocasional, sino que representa una cultura más amplia de desinformación tolerada.
En sus conclusiones, Adair afirma que "la decisión de mentir es una simple ecuación matemática", donde los beneficios de una mentira pueden superar las consecuencias negativas.
Un dato relevante que no pasa desapercibido es que "los republicanos mienten más que los demócratas".
Esta situación plantea interrogantes sobre la ética en la política, tanto en Estados Unidos como en otros contextos.
Conclusiones
La degradación de la institucionalidad democrática es un fenómeno que no debe ser subestimado.La pérdida progresiva de derechos y valores democráticos es una realidad que requiere una respuesta activa y consciente por parte de todos los ciudadanos.
Es esencial que aquellos que valoran la verdad y la integridad en el debate político tomen medidas para contrarrestar la influencia de las mentiras y refuercen la calidad democrática en sus países.
Fuente: El Telegrafo