Una campaña que genera profundas preocupaciones acerca de lo que vendrá.
Análisis de la Actual Campaña Electoral en Uruguay
Por Carlos Arredondo En el momento en que un amigo comunicador me solicitó una nota para su columna radial sobre los aspectos fundamentales de la presente campaña electoral, acepté con la confianza de que sería una tarea sencilla.Sin embargo, tras haber intentado redactar el texto en 17 ocasiones diferentes, me percaté de que había ingresado en un berenjenal complicado, y que mi autoconfianza había sido en vano.
La realidad es que la actual campaña electoral pone de manifiesto una notable disminución en la calidad de nuestra clase política.
Expresar esta percepción no resulta agradable, pero como bien dijo el "Mariscal", es lo que hay.
Hoy en día, existe un consenso generalizado sobre el hecho de que nos encontramos ante la peor campaña electoral desde la finalización de la dictadura, protagonizada por actores políticos cuya valía deja mucho que desear.
Esto se hace evidente al observar las fórmulas electorales de los partidos con mayores posibilidades.
No obstante, no debemos engañarnos.
Lo que estamos observando es una continuación de campañas anteriores, y el acelerado deterioro de la calidad debería encender las alarmas.
Dirigentes y militantes parecen mostrar un orgullo desmedido por las opciones que presentan al electorado para guiar el futuro del país.
Si consideramos que tanto el candidato Orsi como Delgado han alcanzado sus posiciones gracias a méritos ajenos - Orsi fue designado por Mujica y Delgado por Lacalle Pou - la situación se torna aún más preocupante.
La vida política de estos dos personajes, que se disputan la presidencia, no guarda relación alguna con su ascenso actual.
A diferencia de figuras como Sanguinetti, Lacalle Herrera, Jorge Batlle, Tabaré Vázquez o Mujica, quienes llegaron a estos lugares por méritos propios y respaldo popular, los actuales candidatos parecen no estar a la altura de sus predecesores.
Para ilustrar este punto, el Ingeniero Daniel Martínez, considerado hasta ahora el peor candidato frenteamplista de la historia, se ve casi como un Winston Churchill en comparación con Yamandú, quien a veces evoca al icónico Mario Moreno "Cantinflas".
Del otro lado, Álvaro Delgado, quien durante los tiempos de Lacalle Herrera difícilmente habría figurado en el partido, se presenta como una opción muy por debajo de las expectativas.
En el Partido Colorado, la situación es igualmente preocupante.
Contamos con un joven candidato, que busca atraer votantes mostrando sus músculos, mientras que algunos colorados se lamentan de la presencia de Jorge Batlle.
La frase “cerrá y vamo´” parece ser el lema actual.
A pesar de este panorama sombrío, una porción significativa de la opinión pública aplaude a estos personajes, creyendo que las banderas partidarias aún tienen relevancia.
Muchos viven la política como si fuera un clásico entre Nacional y Peñarol, sin darse cuenta de que las diferencias son superficiales y responden a cuestiones menores.
Cuando se trata de ceder recursos naturales -y con ellos, la soberanía- a través de contratos secretos y decisiones que se toman sin la participación ciudadana, tanto Frente Amplio como partidos multicolores se alinean en función de intereses que nada tienen que ver con el bienestar del pueblo uruguayo.
En su lugar, actúan como gerentes de empresas extranjeras cuyo objetivo nada aporta al país.
Es lamentable que la ciudadanía no logre percatarse de esta realidad y, aun así, aplauda a lo que muchos consideran la peor generación de políticos que ha visto Uruguay.
De continuar por este camino, cualquier de estos candidatos podría convertirse en el gerente general de una compañía que, lejos de beneficiar al país, representaría una carga aún mayor para los uruguayos.
Fuente: Diariocambio