Brillando en la penumbra: abordando los retos que enfrenta nuestra sociedad contemporánea.
Reflexiones sobre la Percepción y el Cambio Personal
Por el Padre Martín Ponce De León En una reciente conversación, escuché a una persona referirse a otro ser humano con desprecio, manifestando: "es una lacra".Aquella afirmación quedó resonando en mi mente.
No pude evitar preguntarme sobre las circunstancias que llevaron a alguien a emitir un juicio tan severo.
Es evidente que para llegar a tal conclusión, esta persona debió haber acumulado experiencias significativas que fundamentaran su opinión.
Sin embargo, mientras escuchaba sus argumentos, no podía dejar de pensar en la posibilidad de que su visión estuviese teñida por situaciones personales que quizás no se comprendían plenamente.
A pesar de tener la tentación de defender a la persona juzgada, decidí no intervenir.
Reconocía que desconocía el contexto que había llevado a aquel juicio y, por tanto, era mejor permanecer en silencio.
Reflexioné sobre cómo, tal vez, otros podrían formarse juicios similares acerca de mí.
Comprendo que el proceso de cambio es arduo y que aún tengo un largo camino por recorrer en esa labor personal.
Una sabia mujer solía decir: "Nadie es plata para que todos nos quieran".
Esta frase, que resuena en mi memoria desde hace años, me ha servido como justificación hasta que, en algún momento, tomé conciencia de la necesidad de transformación en mi vida.
Con el tiempo, sentí que Dios colocó en mi camino a personas capaces de guiarme hacia el cambio que anhelaba realizar.
Si bien el cambio no ha sido sencillo, aprendí a reconocer la mirada de aquellos que me rodean.
Su forma de observarme se convertía en un duro reproche cuando me dejaba llevar por impulsos.
En determinadas ocasiones, me involucré en actividades que me permitieron modificar mis actitudes sin perder mi esencia.
El contacto diario con realidades dolorosas hizo que mis propias preocupaciones quedaran en un segundo plano.
Me di cuenta de que quienes enfrentan situaciones críticas a menudo lo hacen con una sonrisa o incluso riendo de sí mismos.
Este aprendizaje me llevó a entender que no podía tener expectativas sobre los demás ni quejarme por lo que carecía.
En su lugar, empecé a valorar el presente sin lamentos.
Con este nuevo enfoque, impuse limitaciones personales que me ayudaron a comprender mejor ciertas realidades que antes consideraba inaceptables.
Aún reconociendo algunos avances, soy consciente de que no puedo dar por finalizada esta tarea de autocrítica y mejora.
Me queda mucho por aprender, especialmente al interactuar con quienes ofrecen lecciones de humanidad y cercanía.
Hoy agradezco a Dios por la ayuda recibida en este proceso.
Con humildad, pido que continúe guiándome para que, con mis acciones, no se justifique el juicio que podría determinar que soy "una lacra".
La búsqueda de un cambio genuino sigue siendo mi compromiso constante.
Fuente: Diario Cambio