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Reflexiones sobre Refranes: Sabiduría y Ambivalencias
Por el Dr.César Suárez Todo concepto presenta su lado positivo, así como su perfil dudoso y su cara oscura.
Siempre he destacado la sabiduría de los refranes populares, pues logran sintetizar en una única frase conceptos profundos que, en ocasiones, permiten una mejor comprensión del mensaje que se quiere transmitir.
Estos refranes a menudo sirven para rematar en pocas palabras una determinada sentencia que el interlocutor capta de inmediato.
Frases como "no es oro todo lo que reluce" invitan a cuestionar las virtudes de un objeto o un emprendimiento que se presenta como impecable.
"En casa de herrero, cuchillo de palo" califica desprolijidades en un lugar especializado en un determinado arte, mientras que "perro que ladra no muerde" descalifica las amenazas emitidas por algún individuo.
Asimismo, "el que se quema con leche, ve una vaca y llora" refiere a los sucesos que dejan secuelas, sugiriendo que es mejor no exponerse nuevamente a situaciones similares.
Podríamos aludir a numerosos ejemplos más, pero en realidad, me gustaría centrarme en el lado confuso de algunos refranes que la gente utiliza sin reflexionar demasiado sobre su significado.
Tomemos por caso, "no gaste pólvora en chimango".
Sinceramente, ¿cuántos de los que están leyendo esta columna saben realmente qué es un chimango? Incluyéndome a mí.
En principio, yo no gastaría pólvora porque no poseo escopeta ni nada que la emule.
A menos que un chimango sea un animalito que se alimenta de pólvora, lo cual me llevaría, de tener uno, a comprar pólvora para evitar que muera de hambre.
Pero tampoco lo haría, ya que imagínese que el chimango coma demasiada pólvora cerca de la estufa y termine explotando.
Por tanto, prefiero mantenerme a distancia de un chimango, que nunca he visto y, honestamente, no tengo interés en encontrar.
El refrán "a caballo regalado no se le miran los dientes" tampoco me convence del todo.
¿Y si me quedo con un caballo que resulta tener la dentadura destruida? Ahora que el caballo es mío, me sentiría responsable y terminaría gastando una fortuna en el dentista para repararle la dentadura.
Además, si tiene dientes afilados, podría darme una mordida terrible.
Prefiero ser cauteloso, ya que hoy en día, nadie es tan generoso y, además, ¿dónde lo voy a poner si vivo en el centro? Por ello, advierto que no me hagan ese compromiso de ofrecerme un caballo, porque me vería obligado a rechazarlo y no me gusta ser descortés con nadie.
Otro refrán que siempre ha guiado mi accionar es "al que madruga, Dios lo ayuda".
He cumplido con esta conducta durante toda mi vida, pero justo ahora, que tengo menos compromisos y puedo dormir cuando desearía, me despierto todos los días a las cinco de la mañana y ya no puedo volver a dormir.
Para colmo, me entero, a través de otro refrán, que "no por mucho madrugar se amanece más temprano".
A pesar de todo esto, seguiré confiando en la sabiduría de los refranes, con alguna que otra excepción.
Nada creado por humanos es del todo perfecto, y eso representa la ventaja de que todo es perfectible.
Siempre hay espacio para la invención o, al menos, para intentar corregir lo que ya existe.
Fuente: Diario Cambio