Equilibrio en el día a día: la clave para una vida plena y armoniosa
La Importancia de la Reflexión en la Comunicación
Por el Dr.César Suárez En el complejo intercambio comunicativo, dos elementos juegan un papel fundamental: la intención detrás del mensaje y la percepción del receptor.
La sensibilidad individual se convierte en un factor determinante, ya que puede llevar a reacciones como la ofensa, la depresión o respuestas desproporcionadas.
Estos escenarios generan conflictos que resultan, en muchas ocasiones, en una intolerancia infructuosa o, en el mejor de los casos, en una indiferencia que desarma al agresor.
Este fenómeno se ha intensificado en el contexto de las redes sociales, donde usuarios se sienten en la libertad de opinar sobre cualquier acontecimiento sin realizar un análisis riguroso de las noticias que comparten, incluso cuando estas carecen de veracidad.
Esta replicación de información de dudosa procedencia resulta preocupante, especialmente cuando proviene de figuras públicas o políticos, incluyendo a miembros del Senado de la República, quienes deberían ser referentes en el manejo responsable de la información.
La reflexión se presenta como un recurso invaluable en este contexto.
Pensar detenidamente antes de emitir juicios o comentarios puede evitar arrepentimientos posteriores.
Proverbios populares como "en boca cerrada no entran moscas" y "el hombre es dueño de su pensamiento, pero esclavo de su palabra" subrayan la importancia de elegir cuidadosamente nuestras expresiones.
A menudo, los conflictos surgen de malentendidos o interpretaciones erróneas de palabras emitidas por otros, desencadenando una cascada de comunicados que dificulta llegar a conclusiones claras.
La pasión del momento puede llevar a expresiones ofensivas que, una vez pronunciadas, difícilmente se pueden retractar.
En estos casos, la intervención de una persona con autoridad sobre ambas partes puede ser crucial para desactivar la situación, revelando que, en muchos casos, la esencia del conflicto es mínima.
No se trata de silenciar opiniones, sino de fomentar un diálogo fundamentado.
Es esencial que cada individuo escuche primero, reflexione después y exprese sus pensamientos de manera clara para evitar malentendidos.
De esta forma, es posible encontrar puntos en común y resolver diferencias de manera civilizada.
El progreso de las comunidades ha dependido de la capacidad de alcanzar consensos y marginar la soberbia de quienes intentan imponer sus criterios por encima de los demás.
Finalmente, es beneficioso no responder a las ofensas de forma inmediata.
Tomarse el tiempo necesario para reflexionar y esperar el momento adecuado para una respuesta sensata permite “separar la paja del trigo” y quedarnos con lo que realmente importa.
Fuente: Diario Cambio