Clientelismo y corrupción: el precio invisible de obtener un terreno en juego
Escándalo de Clientelismo Político en Salto: Denuncias contra el Exintendente Andrés Lima
Por Cecilia Eguiluz La reciente denuncia contra el exintendente de Salto, Andrés Lima, por presunto clientelismo político y abuso de funciones ha generado una alarma considerable en la sociedad.La gravedad de los hechos expone una preocupante realidad: la corrupción continúa siendo una sombra que amenaza nuestra democracia.
Según el edil Facundo Marziotte, la entrega de terrenos municipales a dirigentes políticos vinculados al Frente Amplio es una afrenta a la transparencia y un abuso hacia los más vulnerables.
Las pruebas que posee la oposición incluyen resoluciones firmadas por la intendencia, audios filtrados y agrupaciones políticas cuyos representantes coinciden con aquellos de las cooperativas de vivienda.
Este conjunto de evidencias sugiere un patrón de conducta inquietante, donde el acceso a la vivienda, un derecho fundamental, se condiciona a la militancia política.
Esto convierte la necesidad en una herramienta de control, manipulando recursos públicos como moneda de cambio electoral.
En caso de que se confirmen estas acusaciones, nos enfrentaríamos a una estructura clientelar que utiliza recursos del Estado para perpetuarse en el poder.
Esta situación plantea interrogantes cruciales: ¿cuántos han aceptado militar no por convicción, sino a cambio de un techo o un contrato precario? ¿Cuántos ciudadanos han sido forzados a someterse a un sistema que los usa y luego los descarta? ¿Estamos acostumbrándonos a esta forma de violencia? Un audio filtrado, donde una dirigente declara que «Andrés apretó a todos», se convierte en una pieza clave de este rompecabezas de impunidad.
Estas palabras ilustran la presión ejercida sobre personas que, en lugar de recibir apoyo del Estado sin condiciones, fueron sometidas a un chantaje político.
Es fundamental que esta práctica no se normalice ni quede impune; la ciudadanía y sus representantes deben exigir explicaciones.
No se trata solo de un intendente o de su sector político, sino de la salud de nuestra democracia y la confianza en las instituciones.
Este escándalo nos lleva a reflexionar sobre el verdadero propósito de la política.
¿Debería estar al servicio del pueblo o solo beneficiar a unos pocos? La respuesta es evidente: la política debe servir a todos los ciudadanos con equidad y transparencia.
Quienes abusan del poder no merecen el cargo que ostentan, y quienes callan ante tales atropellos se convierten en cómplices de un sistema que alimenta la desesperación de la ciudadanía.
Más allá de la ideología política, lo que está en juego son los valores democráticos y la ética en la gestión pública.
Si permitimos que la corrupción y el clientelismo avancen disfrazados de solidaridad, estaremos debilitando los cimientos de nuestra sociedad y condenando a futuras generaciones a un país donde la política se reduce a intercambios de favores en vez de servir al bien común.
Es imperativo exigir transparencia en este asunto y rechazar el uso del Estado como botín político.
Fuente: Diario Cambio