El Pino Navideño de Lima: Tradición Sostenible o Simple Ilusión Festiva.
Reflexiones sobre la gestión del intendente Lima en Salto
Por Pablo Perna El famoso adagio latino “panem et circenses”, acuñado en la antigua Roma, nos recuerda cómo los emperadores utilizaban tácticas de distracción para mantener a la plebe entretenida mientras disfrutaban de sus privilegios.Esta estrategia, que consiste en ofrecer alimento y entretenimiento para desviar la atención de problemas más serios, parece haber encontrado eco en algunas gestiones actuales.
En la ciudad de Salto, el intendente Lima ha estado al frente de su gestión durante diez años, periodo en el cual muchos ciudadanos observan con descontento la falta de mejoras significativas.
Las calles están en un estado deplorable, lo que ha llevado a un aumento en los accidentes viales y ha generado pérdidas económicas por daños a vehículos.
Por otro lado, el desempleo, lejos de mantenerse en niveles competitivos, ha ido en aumento, mientras que el comercio formal se enfrenta a un importante retroceso, dejando a la calle Uruguay con un récord de locales vacíos, entre ellos el emblemático “Alfredito”.
Además, el crecimiento del comercio informal ha proliferado sin control, con una proliferación de locales que operan sin regulación adecuada.
A pesar de las promesas de progreso, Lima ha convertido a Salto en un escenario de pesimismo.
Con un promedio alarmante de tres suicidios mensuales, el intendente anunció la apertura de una clínica de salud mental y adicciones, un anuncio que resultó ser falso y que afectó la confianza de la población en un tema tan delicado.
La situación de los asentamientos irregulares también empeora, con más de 600 familias sin acceso a servicios básicos como agua, luz y saneamiento, ejemplificados por el caso del “Puente Blanco”.
Asimismo, la ciudad se enfrenta a una crisis ambiental, con un basurero a cielo abierto que ha puesto a Salto entre las ciudades más sucias del país.
La gestión turística también ha dejado mucho que desear.
El zoológico ha cerrado sus puertas, y las termas, que alguna vez fueron un atractivo, se han visto deterioradas.
El hotel en Termas del Arapey ha cerrado, y los caminos de acceso se encuentran en un estado lamentable.
Los espacios culturales, como el Ateneo y los museos, han cerrado, y los robos de reliquias históricas son una triste realidad.
Todo esto se suma a la sensación de abandono en temas cruciales, como la violencia de género, donde la falta de un hogar para mujeres víctimas es preocupante.
Con la llegada de elecciones y un enfoque en eventos superficiales, Lima parece haber optado por un final cargado de espectáculos en la Costanera Norte, que tardaron cinco años en concretarse.
El reciente encendido del gran árbol de Navidad en la plaza Treinta y Tres, acompañado de shows musicales, intenta brindar una imagen optimista a la población.
Sin embargo, ante esta realidad, surge la pregunta: ¿Estamos permitiendo que nuestra situación se asemeje a la de la plebe del imperio romano, distraídos por luces y música mientras se ignoran problemas fundamentales?
Fuente: Diario Cambio