El conmovedor retorno: la magia de reencontrarse con aquellos que más amamos
Reflexiones de un Paciente: Un Reencuentro Con Uno Mismo
Por el Padre Martín Ponce De León La salud a veces nos sorprende de maneras inesperadas.Cuando me di cuenta, ya estaba internado en una habitación de un sanatorio.
Esta experiencia, completamente nueva para mí, la asumí como una oportunidad de aprendizaje y reflexión.
Era consciente de que transitar por lo desconocido implicaba salir de mi zona de confort y enfrentar una realidad completamente distinta.
Nuevos rostros, sonidos y horarios se presentaban ante mí, y decidí vivir cada momento con apertura.
“Lo suyo son ocho días de internación”, me dijeron.
A medida que pasaban los días, mi mente comenzó a contar no solo el tiempo vivido, sino también el tiempo que quedaba.
Durante el octavo día esperaba ansioso el alta, pero esta se postergó un día más.
Sin embargo, eso ya no importaba; estaba a un paso de la salida.
Al salir, me sorprendí al darme cuenta de que, en cierta medida, había dejado algo de mí en el sanatorio.
Las actividades más insignificantes resultaban agotadoras, y lo único que deseaba era dormir, una expectativa muy diferente a lo que había imaginado para mi recuperación.
Pocos días después, volví a estar internado.
Un poco de anemia y deshidratación me llevaron de nuevo a la cama del sanatorio, donde comencé a experimentar un cambio verdadero.
Tras varios estudios y cuidados, empecé a sentirme bien nuevamente.
Podía hablar y reconocer mi voz, y la presión en los pulmones se desvaneció.
Mis músculos, antes tensos, comenzaban a relajarse.
Poco a poco, me daba cuenta de que volvía a ser yo.
Estaba listo para regresar a la rutina, aunque debía hacerlo con calma y precaución.
Mi agradecimiento es sincero hacia todos aquellos que, de alguna forma, hicieron posible este viaje interior durante mi estadía en el sanatorio.
Agradezco a Dios por brindarme la oportunidad de retomar mi vida y apreciar todo desde una nueva perspectiva.
Nunca se me presentaron situaciones dolorosas, solo incómodas y pasajeras.
Al recibir el alta, experimenté el alivio de saber que había recuperado totalmente mi identidad.
Aunque pueda sonar extraño, fue una experiencia profunda y transformadora.
Esto me recordó a una lectura antigua sobre guías de excursiones que, en ciertos tramos, se detenían para “esperar ser alcanzados por su soma”.
Volver a encontrarse con uno mismo es, sin duda, una de las realidades más significativas en nuestra existencia.
No debemos permitir que nada nos impida ser quienes realmente somos.
Las situaciones inesperadas y las experiencias nuevas son parte de la vida, pero siempre debemos mantenernos fieles a nosotros mismos, incluso cuando parezca que todo conspira en contra.
Encontrarse con uno mismo es revitalizar los sueños, mirar hacia adelante con determinación y renovar el deseo de actuar.
No hay razón para bajar los brazos ni para dejar de tener confianza en el futuro.
Este reencuentro ha sido, sin lugar a dudas, reconfortante para mí.
Quería compartirlo desde este espacio con usted, estimado lector.
Hoy regreso al barrio, sintiéndome un poco más frágil, pero con la certeza de que he recuperado mi esencia, lo cual me llena de alegría.
Me he reencontrado.
Fuente: Diario Cambio